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Los anales.—Libro XIV.

incesto; que se alababa de ello su madre, y que los soldados no estaban puestos en sufrir un príncipe menospreciador de la religión.» Fabio Rústico dice que no nació este deseo de Agripina, sino de Nerón, y que fué apartado de él por astucia de la misma liberta. Mas en lo que escribe Cluvio convienen los demás autores, á que también se inclina la fama; ó porque Agripina hubiese concebido en su ánimo un deseo tan desordenado y tan contra naturaleza, ó porque cualquier apetito sensual es más creíble en una mujer que en los años de su niñez, movida de deseo de mandar, había consentido á los apetitos deshonestos de Lepido (1), entregándose después por la misma causa á Palante, y habituada á cualquier maldad desde que se casó con su tío.

ó Nerón, pues, comienza á recatarse de estar á solas con ella; y cuando, por su recreación, se iba á los huertos y quintas que tenía en Tusculo y en Ancio, la alababa de que buscaba la quietud y desterraba de sí la ociosidad. Finalmente, habiéndole acabado de enfadar del todo, en cualquier parte que estuviese, determinó de matarla, consultando solamente si la mataría con veneno ó con hierro, ó con otro género de violencia. Agradóle al principio el veneno; mas si se le daba en la mesa del príncipe, no se podía atribuir al acaso, y más con el reciente ejemplo de la muerte de Británico; fuera de la dificultad grande que trafa consigo el tentar los ministros y criados de una mujer que, con la experiencia y uso de tantas maldades, vivía tan advertida contra cualquier asechanza, que usando de remedios preservativos, tenía ya hecho el cuerpo á prueba de cualquier ponzoña. Si se mataba con hierro, juzgaban todos que era imposible ocultar el delito; dudándose también de hallar (1) M. Emilio Lepido, favorito de Calígula y esposo de Drusila, había tenido relaciones criminales con las otras dos hermanas Julia Livila y Agripina. Si tales abominaciones tenían lugar en la familia augusta, ¡qué debía suceder en las demás familias y clases de la sociedad!