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Los anales.—Libro XII.

que las cosas que se habían sufrido tantos años sin pesadumbre, no se hiciesen insoportables con el aberrecimiento de nuevas extorsiones.

Hizo á esta causa un edicto el príncipe, ordenando «que se publicasen los establecimientos de las aduanas públicas que hasta entonces se habían tenido secretos, y que lo que no se pidiese dentro del año no se pudiese pedir después: que en Roma el pretor, y en las provincias los pretores ó procónsules, pudiesen conocer sumariamente de las quejas que se diesen contra los cogedores ó arrendadores: que se conservase su exención á los soldados, salvo en el trato y mercancía», y otras muchas cosas puestas en razón; las cuales, observadas poco tiempo, se olvidaron después del todo. Queda con todo eso la reformación del cuarenteno y cincuenteno, y de los otros nombres semejantes que los colectores habían hallado para disimular sus extorsiones. Moderóse el precio de las tratas de trigo en las provincias ultramarinas; ordenóse que no se contase por hacienda de mercaderes el valor de los navíos con que contratasen, y que por ellos no pagasen tributo alguno.

Tras esto absolvió César á Sulpicio Camerino y Pomponio Silvano, acusados por la provincia de Africa, donde habían sido procónsules. Camerino era imputado antes de haber usado crueldad con algunos pocos particulares, que de dineros mal llevados. Silvano, rodeado de un gran tropel de acusadores que pedían tiempo para producir los testigos, instando el reo que se le admitiesen luego sus defensas.

Para cuyo buen despacho no le aprovechó poco el ser rico y verle viejo y sin hijos; aunque alcanzó después más vida que los que le habían ayudado con esperanza de heredarle.

Hasta este tiempo habían estado quietas las cosas de Germania por la industria y cuidado de los capitanes romanos, los cuales, viendo lo poco en que se estimaban ya las insignias del triunfo y cuán comúnmente se daban, juzgaban por cosa digna de mayor reputación el conservar la