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Cayo Cornelio Tácito.

»funda la grandeza romana? Es lícito á los senadores, en »teniendo facultad de decir su parecer, hacer las proposi»ciones que quieren en orden al bien de la república y »pedir que se voten. ¿Por ventura no hay otra cosa que »enmendar sino que en Siracusa no se hagan fiestas con »tan grandes gastos como hasta aquí? y más estando las »demás por todas las partes del imperio tan bien en orden, »como si en lugar de Nerón que las gobierna, las goberna»ra Trasea. Y si á todas ellas las dejamos correr con tanta »disimulación, ¿cuánto más nos debemos abstener de can»sarnos en buscar remedio á las frívolas, vanas y sin sus»tancia?» Trasea, en contrario, á sus amigos, que querían saber de él la causa por qué había hecho aquello, respondía: «que él corregia semejantes decretos, no porque le »faltase noticia del estado de las cosas presentes, sino ce»»loso de la reputación de los senadores, porque se echase »de ver que no faltaría cuidado para las cosas grandes en »quien le tenía para las que de suyo eran tan menudas.» En el mismo año, habiéndose quejado diversas veces el pueblo de los excesos que hacían los cogedores de las rentas públicas, estuvo Nerón á pique de quitar todas las imposiciones y derechos, haciendo aquel nobilísimo presente al linaje humano. Pero los más viejos del senado, alabando primero su grandeza de ánimo, detuvieron aquel primer ímpetu, mostrándole que la grandeza del imperio se aniquilaría del todo si se disminuían los frutos y rentas con que se sustentaba la república; porque quitados una vez los derechos de entradas y salidas, se seguiría el pedir luego que se quitasen también los tributos, y que muchas de estas imposiciones se habían ordenado por diversos cónsules y tribunos aun cuando estaba en su flor la libertad del pueblo romano; asentando y estableciendo con el tiempo las demás con proporción, que la entrada de las rentas correspondiese con la salida de los gastos: que á la verdad convenía reprimir la codicia de los cogedores, para