Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo II (1891).pdf/130

Esta página no ha sido corregida
124
Cayo Cornelio Tácito.

Nerón. Mas en viéndole en el lazo, comenzó á ensoberbecerse y á decir, si la detenía consigo una noche ó dos, «que era casada, que no quería deshacer aquel casamiento, habiéndole sabido ganar la voluntad Otón con una manera de vida y costumbres en que ninguno se le igualaba: que Oton sí que era hombre magnífico en su trato y en el atavío de su cuerpo, viéndose en él muchas cosas que le hacían digno de la suma grandeza, y no Nerón, pues se sujetaba á los amores de Acte, infame y vil esclava, de cuya conversación y trato servil no podía haber aprendido otra cosa que pensamientos y acciones del mismo jaez.» Quítasele con esto á Otón la demasiada familiaridad; después la entrada en la cámara y acompañamiento del príncipe; y al fin, por no tenerle competidor en Roma, le envía al gobierno de Lusitania, á donde estuvo hasta las guerras civiles, viviendo, no como se juzgaba de la infamia de su vida pasada, sino con entereza y prudencia; mostrándose tan desordenado y disoluto en el ocio, cuanto modesto en el poder y en el mando.

Hasta este punto procuró Nerón poner velo y capa á sus maldades. Temíase principalmente de Cornelio Sila (1), á cuyo espíritu descuidado y flojo daba nombre de disimulación y astucia; temores falsos en que le puso uno de sus libertos llamado Grapto, hombre que por mucha edad y larga experiencia era practiquísimo en palacio, donde se había criado desde el tiempo de Tiberio. Ponte Mole era en aquel tiempo un puesto muy celebrado á donde acudía de noche gran cantidad de gente desocupada á recrearse, y Nerón iba allí muchas veces por poder atender á sus desórdenes más libremente, siendo, como era, fuera de la ciudad. Fingió, pues, con esta ocasión el liberto, que volviéndose una noche Nerón por los huertos Salustianos, por (1) Esposo de Antonia, hija de Claudio, á quien Palas y Burrho quisieron, al menos se les acusó de ello, dar el imperio.