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Los anales.—Libro XII.

bina Popea, hija de Tito Oiio; mas había tomado el apellido de su abuelo materno Popeo Sabino, varón de ilustre memoria, cuya casa resplandecía con honras consulares y con triunfos. Porque Olio, sin llegar á tener oficios de honra en la república, naufragó con la amistad de Seyano. No le faltó á esta mujer ninguna cosa sino la honestidad del ánimo.

Porque su madre, que excedió á todas las de su tiempo en hermosura, le había dado igualmente fama y beldad, hacienda la que bastaba para conservar el esplendor de su linaje, habla graciosa, é ingenio acomodado á ser lasciva y parecer honesta. Dejábase ver pocas veces en público, y esas con el rostro medio cubierto, ó por cansar menos la vista, ó porque de aquella manera parecía más hermosa. No hizo jamás cuenta de honra, ni de fama, ni distinción de adúlteros á maridos; y sin ent arse á los ajenos apetitos, ni aun á los suyos, solamente encaminaba su afición á donde imaginaba que había de sacar provecho. Esta, pues, siendo casada con Rufo Crispino, caballero romano, de quien había tenido un hijo, la trujo Otón á su voluntad, tanto por verle mozo, disoluto y gastador, como por la privanza grande que alcanzaba con Nerón. Y no se dilató mucho el juntar el matrimonio con el adulterio.

Mas Oton, ó poco recatado con la fuerza del amor, ó por ó aficionar al príncipe y aumentar su grandeza, domesticándose con él y cebándole con el sainete de los comunes amores, no hacía otra cosa en su presencia que alabar la hermosura, donaire y gracia de su mujer. Y hubo quien le oyó decir muchas veces, levantándose de cenar con el príncipe, «que se iba alegre á gozar de aquel asombro de hermosura y nobleza, concedido á él solo, aunque deseado de todos por última felicidad.» A estos y á otros semejantes incentivos no se puso mucha dilación: y alcanzada licencia de visitar á Popea, se sirvió al principio de lisonjas y artificios del arte, fingiendo que no podía resistir á su deseo, y confesándose ya por del todo rendida á la hermosura de