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Los anales.—Libro XII.

inventando fábulas, como si hubieran de representarlas en sel teatro? Estábase ella labrando sus estanques y pesque»ras de Bayas cuando con mi consejo se procuraba la adop»ción, la autoridad proconsular, la nominación para ser »cónsul, y se aparejaban las demás cosas que me parecían »á propósito para que Nerón obtuviese el imperio. Si hay »alguno que presuma convencerme de haber en Roma so»licitado los ánimos militares, ó procurado que en las pro»vincias se falte á la fidelidad debida al imperio romano, ó »»finalmente que he sobornado á los esclavos y libertos en »orden á cometer tan gran maldad, dígame: ¿pudiera yo »vivir debajo del imperio de Británico, de Plauto ó de cual»quier otro que hubiese gobernado la república? ¿Faltaran »por ventura en este caso acusadores que pusieran por de»lante, no sólo las palabras dichas inadvertidamente por »impaciencia de amor materno, sino delitos de que no »puede ser absuelta una madre sino de su propio hijo?»» Movidos los que asistían con estas palabras, y haciendo todo lo posible por mitigar su cólera, pidió que quería verse con su hijo, delante del cual no quiso tratar de su inocencia por no mostrar que tenfa necesidad de defenderse, ni de los beneficios que la había hecho por no zaherirselos Sólo pidió y obtuvo castigo para los acusadores y premio para los amigos.

A Fenio Rufo se dió la superintendencia de las provisiones; á Aruncio Stela la comisión de ordenar las fiestas que preparaba César, y á Cayo Balbilo (1) el gobierno de Egipto.

Designóse también el gobierno de Siria á Publio Anteyo, mas burlado con diversos artificios, al fin no salió de Roma.

Silana fué desterrada perpetuamente, y lo mismo Calvisio y Titurio, aunque por tiempo limitado. A Atimeto se dió pena de muerte, y fuera lo propio de Paris si no le librara (1) Séneca, Quast. natur., 1v. 2, le llama el mejor de los hombres y el más extraordinario en todo género de conocimientos.