Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo II (1891).pdf/107

Esta página no ha sido corregida
101
Los anales.—Libro XII.

divo Augusto en el mismo grado que Nerón, y casando con él, apoderarse otra vez del imperio y afligir de nuevo la república. Confirieron esto Titurio y Calvisio con Atimeto, liberto de Domicia, tía de Nerón; el cual, alegre del aviso, porque entre Domicia y Agripina había celos y enemistades sobre la privanza, constriñó á Paris, representante, liberto también él de Domicia, á poner con presteza estas cosas en los oídos del príncipe, y á agravar el delito.

Había ya pasado gran parte de la noche, y Nerón estaba todavía borracheando, cuando entró Paris, como solía entrar otras veces á aquellas horas, para asistir á los vicios y.desórdenes del príncipe y acrecentarlos. Y aparejándose primero á representar en el rostro una gran tristeza, declaró punto por punto todos los indicios del caso, como se los habían pintado á él. Con que puso á Nerón en tal terror, que no sólo determina de dar la muerte á su madre y á Plauto, sino también quitar á Burrho el cargo de los pretorianos, como hechura de Agripina y persona que deseaba pagarle por aquel camino el beneficio. Escribe Fabio Rustico que ya se había escrito á Cecina Tusco que viniese á encargarse de aquellas guardias, mas que por obra de Séneca fué conservado Burrho en su dignidad. Plinio y Cluvio dicen que no se dudó jamás de la fe del prefecto. A la verdad, hallo á Fabio muy inclinado á loar á Séneca, con Vipsania Agripina; 3, JULIA, hija de Druso y de Livia, esposa de Rubelio Blando; 4, RUBELIO PLAUTO. De él es de quien habla Juvenal en los siguientes versos, donde, ora sea por error del poeta ó de los copistas, se le llama Blando como á su padre: His ego quem monui? tecum es mihi sermo, Rubelli Blande; tumes alto Drusorum stemmate tanquam Feceris ipse aliquid, propter quod nobilis esses, Ut te conciperet que sanguine fulget Juli, Non que ventoso conducta sub aggere texit.

Rubelio, denunciado junto con Agripina, escapó esta vez; pero fué por poco tiempo, como puede verse en el mismo Tácito, libro XIV, 22 y 58, donde cuenta su destierro y después su muerte.