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Los anales.—Libro XII.

los mayores el quitar presto delante de los ojos los muertos en tan tierna edad, sin entretenerlos á vista del pueblo con oraciones y con las acostumbradas pompas funerales.

Y que él, habiendo perdido el socorro y ayuda de un hermano y reduciendo todas sus esperanzas á la república, debían tanto más los senadores y el pueblo amparar á un príncipe, residuo de aquella familia, nacida para la suma grandeza.» Hizo después grandes dádivas y mercedes á sus mayores amigos, y no faltó quien vituperase á los que, haciendo profesión de gravedad y entereza, se dividieron entre sí, como si fueran despojos de enemigos, las casas, las heredades y las quintas. Otros fueron de opinión que los forzó á ello el príncipe, como quien sabía en su conciencia la maldad que había cometido, y pensaba borrar la memoria de ella obligando con beneficios á los grandes y poderosos.

No se mitigaba la ira de Agripina con ninguna largueza ni liberalidad; antes amparaba y favorecía á Octavia, y hablaba muy á menudo y en secreto con los amigos. Y á más de su natural avaricia, recogiendo dineros por todas vías como en socorro de sus trabajos, acariciaba á los tribunos y centuriones, honrando el nombre y la virtud de los nobles que nabían quedado en la ciudad, á modo de introducir parcialidades y buscar cabeza. Cayendo en esto Nerón, mandó que se le quitase la guardia de soldados que antes tenía como mujer de emperador, y entonces como madre, y juntamente la de Alemanes (1) que se le había añadido para Au(1) Así como el príncipe tenía dos géneros de guardias, asf también Agripina, la cual se componía de soldados pretorianos, Germanos ó Alemanes, según Suctonio. Hacia mucho tiempo que los Germanos tenían este honor, pero antes de ellos lo tuvieron los Españoles. El mismo Suetonio dice que Julio César tenía para su guardia una cohorte de Españoles, y gusto, de Calagurritanos (de Calahorra), los cuales fueron despedidos y recibidos en su lugar los Germanos; pero éstos fueron también separados por la sospecha que hizo concebir al príncipe la desgracia de Varo. Lipsio es de opinión que Augusto los