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Los anales.—Libro XII.

conocido el cargo que se le hacía, comenzó á aborrecer á Británico de suerte, que apretándole cada día más las amenazas de Agripina, no hallándose delitos que acomularle, ni atreviéndose á hacer matar descubiertamente á su hermano, trazo de hacerlo de secreto. Para lo cual manda aparejar el veneno por obra de Potón Julio, tribuno de una cohorte pretoria, que tenía en guardia á la malvada Locusta condenada por inventora de venenos y famosa por sus maldades; porque ya mucho antes estaba prevenido que ninguno de los que asistían al servicio de Británico hiciese caso de honra ni de lo que debía á su obligación. Diósele el primer veneno por mano de sus mismos ayos; el cual, ó por no ser demasiado vehemente, ó porque se hubiese preparado de operación lenta y tardía, causándole alteración de vientre, lo echó de sí. Mas Nerón, impaciente de sufrir tanto la ejecución de su maldad, amenaza al tribuno y manda que se de la muerte á la hechicera; porque mientras miraban al decir de la gente y á prevenirse de defensas retardaban su seguridad; y ofreciéndole ellos después de hacerle morir con la misma presteza que si le mataran á hierro, junto á la cámara del príncipe se hizo el compuesto del veneno, escogiéndole, entre otros muchos que se probaron, por el más violento.

Acostumbrábase en aquel tiempo que los hijos del príncipe comiesen en mesa aparte, con aparatos más moderados, en compañía de otros nobles de su edad, á vista de sus parientes más cercanos. Comiendo, pues, así Británico, porque á su vianda y bebida se hacía de ordinario la salva, por no causar sospecha con dejar esta costumbre, ni manifestar el delito con la muerte de dos, se inventó este engaño. Trújosele á Británico la bebida sana y sin veneno, y hecha la acostumbrada salva, aunque tan caliente, que no pudiéndola beber, se templó con agua fría atosigada; y en bebiendo, de tal manera penetró por todos los miembros, que en un instante perdió la voz y el espíritu. Medrosos los TOMO II] 7