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muy de sentir, era indispensable en esa ocasión, pues de otra manera los españoles hubieran vuelto a apoderarse de nuestra tierra.

Muchos años duró esa lucha entre argentinos y españo- les. Nuestro himno menciona los sitios en que las armas argentinas salieron triunfantes; y centenares de héroes, entre los que figuran modestos soldados a la par que jefes distinguidos, murieron por la patria, cubiertos de gloria.

La revolución por la independencia nació, pues, en Bue- nos Aires, pero no se detuvo hasta conseguir la libertad de todo el continente sudamericano. Primero se la llevó al interior de nuestro país y a los más vecinos, como el Para- guay, y, años más tarde, el general San Martín pasó los Andes para prestar su ayuda a los chilenos y peruanos, quienes lograron de este modo su emancipación.

Doce años después de la destitución de Cisneros, es decir en 1822, ningún pueblo de la América del Sur recono- cía ya el poder de España, y comenzaron a organizarse las diferentes repúblicas que hoy la forman.

En cuanto a nuestro país, desde el día que lanzó el pri- mer grito de libertad comenzó sus trabajos para organizar- se, es decir, para convertirse en una nación semejante a las demás del mundo civilizado. Largos y penosos fueron esos trabajos, pero podemos felicitarnos de que a la hora presente los deseos de nuestros padres se hayan realizado en gran parte, pues la República Argentina figura entre las naciones cultas y prósperas del globo.