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Sta. Raquel. — Y no tienes mal gusto, porque tal vez no hay animales más dignos de estudio. Si los hombres los observaran atentamente, re- cibirían de ellos muchas lecciones provechosas. Insectos hay que poseen hábitos de economía y pre- visión... :
Adriana. — Como la hormiga.
Sta. Raquel. — De laboriosidad e industria. ..
Cora. —Como la abeja.
Sta. Raque. — Como la avispa también. Este palacio de que hablamos ha sido construido por las avispas y suspendido por ellas en lo alto de un árbol. Las avispas construyen sus nidos en diver- sas formas. Esta es una de ellas.
Ana. — Déjemelo tener un rato, señorita. ¡Qué liviano! ¿Es de papel?
Sta. Raquel. — No, aunque lo parezca. La avispa lo fabrica con barro y también reduciendo a pulpa fina las fibrillas que se encuentran bajo la corteza de los árboles. Cuando esa pasta se seca, se parece bastante al papel. Hace muchísimos siglos, los chinos fabricaban el papel de un modo semejante, y no sería extraño que para ello hu- bieran tomado ejemplo de las avispas.
Carlos. — Bien decía usted, señorita, que los in- sectos pueden enseñar muchas cosas al hombre.
