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— db — UN PALACIO SUSPENDIDO

Alicia. — ¿Qué es eso? señorita. ¿Qué es eso?

Señorita Raquel. — Es un palacio.

Alfredo. — Parece

una campana. ¡Qué de casillitas tiene!

Lía. —Desearía co- nocer a los habitan- tes de ese palacio; deben vivir muy apretados.

Sta. Raquel. — No tal; cada casillita es el cuarto de uno de los pobladores del palacio.

Ana. — Pero ¿quiénes son esos pobladores?

Sta. Raquel. —Son los hijuelos de las avispas.

Alicia. —¡Huy! ¡qué miedo! Las avispas son muy malas; clavan el aguijón.

Sta. Raquel. — Las avispas tienen en la extremi- dad del abdomen un aguijón con el que se defienden; pero no estoy conforme en que sean malas.

Alicia. — Pues si pican...

Sta. Raquel. — Dime, Alicia. ¿Te parecería justo que llamaran malo a tu papá porque hubiera dado de golpes a un hombre que quería hacerte daño?


Nido de avispas.