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214 GINA LOMBROSO AI hombres y de las mujeres una tranquilidad relativa y los úni- cos que garantizan a la mujer contra la posibilidad de ho- rribles tragedias, individuales y sociales.

La mujer que no llega a encontrar en el matrimonio la satisfacción completa que se prometía, no será en él dicho- sa; pero es que con la plena libertad de amar, no lo será nin- guna.

Obsérvese que la fiur de las mujeres, cuando no pueden explayar por entero el alma en las instituciones tradiciona- les, siempre cuentan con el recurso de explayar siquiera una parte. El amor es un compuesto de elementos múltiples, que parcialmente pueden hallar satisfacción al margen del amor varonil, cual ocurre con el placer de serle necesaria a alguien o la necesidad de consagrarse a algo. Ya dije que en China existe la costumbre de confiar a la joven que quiere conser- varse fiel al novio difunto un niño de su parentela para que lo críe como suyo y pueda cifrar en él toda la facultad afec- tiva que en su pecho se encierra,

El Cristianismo inventó para las mujeres, cuya sed de amar no halla satisfacción, toda una serie de órdenes religio- sas, que por mil tenues resortes respondían a la mayor parte de los elementos altruísticos del amor femenil. Los tiempos modernos no han ideado ni procurado idear nada semejante, y quizá sea ésta una razón de disgusto que aqueja a las mu- Jeres mejores; mas no es difícil, después de la espléndida prue- ba hecha durante la guerra, que se constituyan Ordenes lai- cas que aprovechen y realcen estas energías.

La condición de la mujer es trágica y el concepto tan particular que se forja del amor es una de las causas princi- pales de que así sea. Pero es tan trágica precisamente por no poderse modificar ese concepto ni tampoco el del hombre, sin ir a dar en tragedias mayores y más generales.

Por lo demás, en el fondo, cuándo hombre y mujer se aman lealmente, cada cual a su modo, a lo egoísta el hom- bre. a lo altruísta la mujer, cuando ambos tienen conciencia de los límites que deben poner a sus pretensiones, pueden en- tenderse a maravilla, aunque sea en modo opuesto y cifrar el mayor interés en su unión, que es el fin social a que a! amor