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EL ALMA DE LA MUJER 119

no hay ninguno que se deje persuadir como las muchachas a estudiar un arte que no les inspira ninguna pasión. Y ob- sérvese que el hervor de la actividad influye sobre el trabajo incluso de aquellas mujeres que poseen una gran inteligen- cia. Trabajo — escribíale madame Kovaiewski a madame Loeffler-—porque me consume el ansia de hacer algo; pero el trabajo no me procura satisfacción alguna.

¿Para qué pensar—dice madame Félix Faure Guyau— si el pensamiento no puede traducirse en acto? Necesito tra- bajar todos los días y todas las horas, y quizá de esa suerte se haga el orden en mi espíritu.

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Otro sentimiento que puede inducir a la mujer a en- gañarse y, sobre todo, a engañar a los demás respecto a su pasión por la ciencia, es el amor propio.

Tiene el amor propio para la mujer una importancia enorme; muy natural si se piensa que la mujer concentra en los demás sus pensamientos y sus actos, teniendo, por consi- guiente, el juicio ajeno, una importancia mayor que el pro- pio, mayor a veces de la que tiene en realidad. Ya dije cómo un casamiento pésimo puede paracerle a la mujer muy singular, cuando los demás lo estimen inmejorable, y pésimo, por el contrario, aunque sea regularcito, cuando tal lo considera la opinión. Un sentimiento que influya sobre una aspiración tan real y de tanto bulto como la felicidad, pueden, natural- mente, infundirle a la mujer la ilusión de otro sentimiento cualquiera y determinarla a realizar cualquier sacrificio.

Madame Kovalewski, que se había dedicado ya a la literatura, confiesa que en los últimos años resolvió aspirar al premio Bourdin, que había de hacerla célebre, por puro amor propio. Tres cuartas partes de las mujeres que no lo necesitan, estudian para adquirir un título universitario, so- metiéndose por espacio de años a cargar con una ciencia abs- trusa que no les interesa lo más mínimo, sólo por puro amor propio. Y por puro amor propio también es nor lo que mu- chas mujeres leen y estudian; por hacerse notar por su cien- cia y sapiencia, por poder citar nombres y sentencias a tiem-

po y a destiempo, por sobresalir entre las demás mujeres.