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ro, y luego en Norteamérica, y ella suspendió sus estudios personales para acompañarle en su excursión. De regreso a Italia, en 1909, perdió seis meses después a su padre, Gina Lombroso era a la sazón madre de dos niños, y al cuidado de éstos, y a reunir y terminar las obras de su padre, dedi- cose. Recopiló sobre el esquema de El hombre criminal los escritos todos de su padre en matería psiquiátrica e hizo un libro El hombre alienado, que, según el plan de Lombroso, había de preceder a El hombre criminal; preparó una segun- da edición de La mujer criminal, enriqueciéndolos con nue- vas investigaciones sobre el tema, especialmente de las por el mismo Lombroso realizadas; cooperó mediante conferencias a la nueva Escuela de Antropología criminal que se inaugu- ró en la Universidad de Turín; puso en orden los papeles de su padre y acometió la Historia de la vida y obras de César Lombroso contada por su hija, en la que analizó la historia, no sólo de su padre, sino también de las diferentes escuelas por él fundadas en los dominios de la Psiquiatría. la Antro- pología criminal y la Psicología experimental.

Así las cosas, sobrevino la guerra. La señora de Ferrero siguió la corriente general, dedicándole toda su atención, y sus pendió sus tareas literarias. Pero he aquí que durante la gue- rra hubo de operarse una gran revolución en el mundo feme- nino italiano que hasta allí se mantuviera harto apartado del feminismo de los países del norte. Hacía ya muchos años que la mujer estudiaba en Italia, pero sin alejarse demasiado para ejercer, de la familia, y las costumbres hogareñas resistían a la invasión. La guerra lanzó a la mujer a todas las técnicas masculinas y la organización antigua no pudo hacerlas frem- te a las nuevas costumbres. Ya se comprenderá con cuánta pena habría un espíritu tan sensible como el de la señora de Ferrero, de presenciar ese derrumbe de la vida de familia, pa- ra no buscar un remedio capaz de combatir esa situación lle- na de contradicciones y peligros en que, sin pensarlo, se co- locaron las mujeres. Pero quiero dejarle a ella misma la pa-

labra, para que nos diga cómo se le ocurrió la idea de escri- biz este libro sobre la mujer: