Página:Lo bello y lo sublime (1919).pdf/20

Esta página no ha sido corregida
16
 

deben procurar en sus trajes la sencillez, o a lo más, la magnificencia; las pequeñas pueden usar de adornos y perifollos. A la vejez convienen los colores obscuros y la uniformidad; la juventud brilla en los colores claros y las formas de contrastes animados. Entre las clases sociales, a igualdad de fortuna y rango, deben los eclesiásticos mostrar la mayor sencillez, y el hombre de estado la mayor magnificencia. El chichisbeo puede adornarse como guste.

En las circunstancias externas de felicidad existen también, por lo menos en la imaginación de los hombres, algo que cae dentro de estas emociones. Un alto nacimiento y un título inclinan a los hombres al respeto. La riqueza, aun sin merecimientos, inspira reverencia hasta a gentes desinteresadas, porque acaso les sugiere la idea de los grandes proyectos que permite realizar. Este respeto aprovecha en ocasiones a mucho rico granuja que jamás realizará tales cosas, y no tiene la menor sospecha del noble sentimiento que sólo puede hacer estimable la riqueza. Lo que acrecienta lo malo de la pobreza es el menosprecio, que ni aun con merecimientos puede ser borrado por completo, al menos ante los ojos vulgares, a no ser que rango y título engañen este sentimiento grosero y lo falseen ventajosamente para él en cierto modo.

Nunca se encuentran en la naturaleza humana cualidades loables sin que al mismo tiempo las degeneraciones de las mismas no terminen por