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que la primera excita el sentimiento de lo subl me, y la segunda el de lo bello. En la primera s nos muestra el magnánimo sacrificio en aras de bien ajeno, la decisión audaz y la fidelidad proba da. El amor es en ella melancólico, delicado y llen de respeto; la desdicha de los demás despierta e el espectador sentimientos compasivos y hace lati su corazón con desdichas extrañas. Nos sentimo dulcemente conmovidos y vemos íntimamente l dignidad de nuestra propia naturaleza. La ccame dia, en cambio, presenta sutiles intrigas, confu siones asombrosas, gentes despiertas que saben salir de apuro, tontos que se dejan engañar, bro mas y caracteres ridículos. El amor no es aqui tan triste, sino alegre y confiado. Lo mismo que en otros casos, sin embargo, puede en este ha cerse compatible hasta cierto grado lo noble con lo bello.

Hasta los vicios y los defectos morales contienen a veces en sí algunos rasgos de lo sublime de lo bello; por lo menos así aparecen a nuestro sentimiento sensible, prescindiendo del juicio que puedan merecer a ojos de la razón. La cólera de un hombre terrible es sublime; tal la de Aquiles en la Ilíada. En general, el héroe de Homero tie ne una sublimidad terrible, y el de Virgilio, noble.

El vengar una gran ofensa de un modo claro y atrevido tiene en sí algo de grande, y por ilícito que pueda ser, produce, al ser referido, una emoción al mismo tiempo terrorífica y placentera. Sorprendido Schach Nadir en su tienda por algunos