textos policiales que prescindan de detectives. Lo anterior no significa que una concepción amplia esté ansiosa por eliminar a este personaje: simplemente le interesa distinguir, por ejemplo, entre la posibilidad de una literatura poli-cial sin detectives y la imposibilidad de una literatura gauchesca sin gauchos. En la medida en que una concepción restricta no distingue entre estos dos casos, deja anclado al género policial atribuyéndole la necesidad de ciertos elementos temáticos e impide de esta manera considerar la expansión del género en la literatura que se realiza principalmente a través de sus rasgos formales. Contra esto, los críticos y escritores que sostienen una concepción amplia han coincidido siempre en relativizar o negar la importancia del detective en el funcionamiento del policial. Así, Bioy Casares se refiere a ”El jardín de senderos que se bifurcan" como ”una historia policial sin detectives, ni Watson, ni otros inconvenientes del género“; Jacques Barzun afirma que "it is not enough that one of the characters in the story should be called a detective -nor is it necessary”? Piglia señala: "Con Whittington y Thompson -aun con Goodis- el investigador deja de ser el centro que unifica el relato. A partir de Santuario (y de su copia: Nada de orquídeas para Miss Blandish de Chase) los usos más renovadores del género se han fundado en la pretensión de escribir una novela policial sin detectives”‘°; Borges escribe: "Una novela policial sin problema es inimaginable, no asi una novela policial sin un detective, una novela (o cuento) impersonal que planteara un problema y luego declarara la solución”. Dado que no sólo se interesa por los textos sino también por el género como abstracción, una concepción amplia del policial puede conformarse con meras posibilidades, pero lo cierto es que en un género tan practicado como el policial estas posibilidades no dejan de realizarse. La novela proyectada por Borges y finalmente atribuida a Herbert Quain, The Cod of the Labyrinth, donde una investigación fracasada es desplazada por una lectura exitosa, es un ejemplo en el que se exhibe la identidad de los roles de detective y lector y la posibilidad de que el segundo sustituya al primero. La eliminación del detective puede comprobarse no sólo en zonas de la literatura policial que una concepción restricta del género consideraría no policiales (o "que trascienden lo meramente policial") sino también dentro de la tradición más reconocida del género como en la narrativa de Boileau y Narcejac. A mediados de la década del 30 se produce en el policial un experimento que todos los historiadores del género registran: la publicación del 35 implica una repetición en cierto modo redundante, deducirá la posibilidad de
Página:Literatura policial en la Argentina. Waleis, Borges, Saer.djvu/34
Esta página no ha sido corregida