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R U B E N D A R I O


Y cuando hayas dejado el terrestre elemento,
vuela sobre la mar como las golondrinas,
y bajo las estrellas que en su azul firmamento
se coronan de rosas diamantinas.


Y en lo azul infinito, detén tu raudo empeño
cuando llegues a la isla en donde mora
la princesa que un día vió un Simbad del Ensueño
que se guió por la huella del carro de la Aurora.


¡Atalanta, alma mía!
¡Alma mía, Atalanta!
Es allí donde eternamente canta
su noche un ruiseñor, una alondra su día.


Hay un jardín y en el jardín hay una
fuente donde se abrevan
pavorreales del Sol y cisnes de la Luna.
Limoneros fragantes sus azahares nievan

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