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L I R A P Ó S T U M A
A RUBENCITO
I
Puesto que crees en Dios, hijo mío, retiene
lo que hay en la profunda voluntad de infinito,
que el dolor o el amor nos explica en el grito,
que en el suspiro espera o que en el llanto viene.
No aguardes que el inmenso clarín de oro truene;
a las nupcias del cielo con mis versos te invito,
no oigas a la faunesa que te lanza su grito,
ni al fauno extraordinario que su siringa suene.
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