Página:Liliana - El torrero - Yanko - Sueño profético (Narraciones).pdf/24

Esta página no ha sido corregida
24
 

Ahora ya no es posible retroceder; pero ¿tendrá usted suficientes fuerzas para continuar, niña mía?

Ya puede prepararse, porque el viaje que nos queda por hacer no va a ser tan cómodo como hasta ahora.

—¡Sir! —contestó alzando hacia mí sus ojos azules, llenos de tristeza—, es muy cierto lo que usted dice; pero para mí es indispensable este viaje, y me siento casi feliz de no poder volverme atrás.

Mi padre está en California, y por carta que me llegó del Cabo Horn supe que desde hace unos meses se encuentra enfermo de calenturas en Sacramento. ¡Pobre papá! Acostumbrado a una existencia desahogada y a mis cuidados, marchó a California sólo por mí. Ignoro si lo encontraré con vida; pero este viaje siento que es para mí ei cumplimiento de un sagrado y dulce deber.

Estas palabras no tenían réplica alguna; todo cuanto hubiera podido yo decir contra semejante resolución habría resultado intempestivo. Así es que sólo me permití preguntar a Liliana algunos más amplios pormenores de su padre, que ella consintió de muy buena gana en darme. Supe que míster Moris era Gudje of the Supreme Court, o sea juez del Tribunal Supremo de Boston, y que, perdidos todos sus caudales, se había marchado a California con la esperanza de poder recuperar en las minas recientemente descubiertas su perdida fortuna y volver a reponer a su hija, que era la niña de sus ojos, en su antigua posición social.

Había caído enfermo de fiebres en el valle malsano