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lontananza el bosque de pinos susurra sin viento..como las olas del mar.

Pronto la aurora iluminará el horizonte; cantan los gallos detrás de las empalizadas, haciendo cundir sus voces de choza en choza, y también las grullas lanzan por los aires sus chirridos.

¡Y el centinela ulano se siente tan feliz, tan esforzado! Se ha dicho que mañana había de librarse una batalla. ¡Adelante! No dejará él de ir, como los demás, en medio del estruendo de las armas y el ondear de las banderas. ¡Adelante! Su sangre moza vibra como una trompeta guerrera, a pesar del helado soplo de la noche. Las tinieblas palidecen; de entre la sombra surgen los bosques, los zarzales, la hilera de chozas, el molino, los álamos; despunta la aurora.

¡Qué hermosa es la querida, la adorada patria bajo el rosado esplendor del sol matinal! ¡Ah hermosa, hermosa entre todas!

¡Silencio! El centinela escucha; alguien se acerca...; es el relevo?

De pronto, una voz resuena junto a Skawinski: —¡Hola, viejo; levantaos! ¿Qué os pasa?

Abrió el viejo los ojos y miró al que estaba allí con él; en su cerebro luchaban las últimas imágenes del sueño con la realidad; pero poco a poco las visiones se esfumaron y desaparecieron por completo. John, el guardián del puerto, estaba delante de él.

—¿Qué sucede?—preguntó John—; ¿está usted malo?