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PIE DE LA ROSA

prados, capos, y riberas tan verdes, tan deleytosas, y floridas, que todo ello mostraua ser hecho de diuino pinzel. Sus lirios no era marchitos con la fuer ça del Sol, sus violas no se gastauan con ser tocadas de manos, sus açucenas, sus clauellinas, y qualesquier otras flores, se conseruauan tanto en su natural hermosura, que hasta las rosas no perdian jamas la biueza de su color. Las piedras, que por muy preciosas tiene la humana estimacion, essas eran las que hazia parecer muy hermosos sus capos, y a ma nera de labor Mosayco por ellos resplädecian. Los frutos era tantos, tan sabrosos, y de tan varias maneras: que los que por aca tenemos, en cóparacion de aquellos, aunque sean delos mas dulces, los mas sabrofos, y los mejores, pareceria asperos, azedos, y desabridos. Las aues tan diferentes destas en sus cantilenas, en sus colores, y lindeza, que las agracia das palomas, las hermosas perdizes, las calandrias, sirgueritos, y ruyseñores , cotejadas con aquellas parecerian cueruos. De manera que bien dize la di uina cronica, que auia plantado este Paraysode deleytes la inescrutable sabiduria del Señor. Gozaua este amenissimo bosque de tan teplado y buen cielo, que parecia, que de otra manera reluzia las estre llas sobre el. El Sol moderaua su vigor, la Luna su influencia, los ayres su inquietud, tanto que jamas auia inuierno ni verano, mas siépre gozauan sus căpos, platas, y frutales de verdes hojas, de suaues flo res, y de florida y deleytosa primauera. No tenia necesidad aquella huerta de alguna lluvia, pues le bastaua para regalarla el rocio celestial. Abundaua de nardo, canela, cacia, balsamo, y otra qualquier

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