Página:Leonidas Andreiev - El misterio y otros cuentos.djvu/147

Esta página ha sido corregida
145
 

El turista gordo.—Sacha, Petka, ¿oís? ¡Qué horrible tragedia! ¡Pobre joven! Está a punto de fenecer, y le reclaman la contribución.

Macha (melancólica).—¡Ya va a caer, papá!

Gritos. Agitación entre los portakodaks.

El turista alto.— Hay que darse prisa. Señores, ¡hay que salvarle a toda costa! ¿Quién me sigue?

Los curiosos (a coro).—¡Nosotros!

El turista alto.—¿Han oído ustedes, guardias? ¡Vamos, pues, señores!

Se van, con aire decidido. Aumenta la animación en el buffet. Se oye chocar de vasos y una canción alemana. El mozo, rendido, se aparta un poco de las mesas y se enjuga el sudor de la frente.

Voces.—¡Kelner!... ¡Mozo!

El desconocido (en voz bastante alta).—¡Mozo! ¿Podría usted darme un vaso de soda?

El mozo se estremece; mira, asustado, arriba; finge no haber oído bien, y se va.

Voces impacientes.—¡Mozo!... ¡Kelner...! ¡Cerveza!

El mozo.—¡En seguida! ¡En seguida!

Salen del buffet dos caballeros borrachos y se dirigen a la roca.

La señora cuyo esposo estaba jugando al ajedrez.—¡Mi marido! ¡Ven, ven!

La señora belicosa.—¿No decía yo que era un sinvergüenza?

El primer borracho (al desconocido).—¡Eh, amigo! ¿Cómo le va ahí arriba?

El desconocido (en voz bastante alta).—¡Muy mal! ¡Estoy ya harto!

El misterio
10