Página:León XIII - Caritatis providentiaeque.pdf/1

Esta página ha sido corregida
523
Encíclica de Nuestro Santo Padre, por la Divina Providencia, papa León XIII, a los obispos polacos a los que alaba por su continua defensa en favor de la fe y alienta a la constancia.

El particular testimonio de afecto y solicitud que en ocasiones hemos mostrado a otras naciones católicas para expresar, mediante el envío de cartas específicas a sus Obispos, palabras de instrucción apostólica, es el mismo que desde hace mucho tiempo deseamos ardientemente comunicaros a vosotros, y esperábamos la oportunidad de hacerlo. Abrazamos y apoyamos con el mismo cariño que hemos demostrado en otras ocasiones, a todo este pueblo tan variado en razas, lenguas y ritos religiosos, y nunca pensamos en ellos sino con gran alegría, recordando sus hazañas gloriosas, de las que conservamos el recuerdo, de la gran devoción y confianza hacia Nosotros, que siempre hemos experimentado. Entre otros títulos de honor, uno de los mayores debe ser reconocido a vuestros padres, quienes, en una Europa aterrorizada, fueron de los primeros en oponerse al asalto de los feroces enemigos del cristianismo en batallas épicas, defensores indomables y guardianes fidelísimos de la religión y de la civilización. Mencionamos con alegría estos méritos hace no muchos meses, cuando algunos de vosotros, Venerables Hermanos, trajeron a Nuestra presencia una devota multitud de fieles peregrinos para saludarnos y agradecernos. De tan hermoso testimonio de fe surgió la grata oportunidad de expresar nuestra satisfacción a Polonia por haber mantenido intacto y floreciente el decoro de nuestra religión ancestral, en medio de tantas vicisitudes y situaciones difíciles. — Si en el pasado, en la medida de nuestras posibilidades, no hemos omitido nada en beneficio de vuestros intereses religiosos, es nuestro deseo poder hacerlo ahora aún más: de modo que la manifestación ante la Iglesia de nuestra preocupación hacia vosotros sea más evidente, y el ánimo de todos vosotros se confirme y distinga, con virtudes consolidadas y nuevos auxilios, en el cumplimiento de los deberes de la religión católica. Hemos decidido dar este paso con esperanza aún más viva, porque sabemos, Venerables Hermanos, con qué empeño habéis trabajado como intérpretes y ejecutores de Nuestra voluntad, y con qué firme propósito estáis actuando para defender y hacer más consistente los bienes supremos de vuestra grey. Que Dios, que nos inspira a hablar, nos conceda benevolentemente estos preciosos frutos que esperamos para todos.