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CARTA

Por tanto, en primer lugar, la parte más importante de vuestro compromiso estará encaminada a pensar incentivos adecuados para que los estudiantes de las sagradas ordenes no sólo tengan santo respeto a la templanza de las costumbres, sino que también se mantengan vivas. en ellos el deseo de adquirir sabiduría; y si entre los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia, los estudios parecen decaer y languidecer, que vuelvan a ese esplendor que Nosotros con razón deseamos y que los tiempos de la religión exigen. En efecto, sabéis, Venerables Hermanos, cuál fue la voluntad de la Divina Providencia: en primer lugar utilizar mártires fortísimos para quebrantar la fuerza insolente y la crueldad de los tiranos, de modo que la sangre de los mártires constituye la semilla de los cristianos; en segundo lugar, destinar en cada época hombres de eminente sabiduría a defender, no sólo con la sagrada autoridad, sino también con la ayuda de la razón humana, los tesoros de la verdad que el Hijo Unigénito trajo del Padre a la tierra y quiso encomendar a la Iglesia. Ahora que todo está infectado y corrompido por el contagio de opiniones perversas, y que bajo la apariencia de doctrinas progresistas se combate y rechaza la sabiduría transmitida por Dios, es fácil comprender que sean necesarios aquellos defensores que, con todo tipo de armas proporcionadas por la ciencia, estén siempre preparados[1], como advierte el Apóstol, para responder a cualquiera que os pida razón de la esperanza que hay en nosotros; exhortar con sana doctrina y refutar a los que se contradicen[2]. En efecto, al regular el orden de los estudios para vuestros seminarios, queremos que tengáis presente lo que Nosotros mismos prescribimos al respecto en las encíclicas. Sin duda, en la enseñanza de las disciplinas filosóficas, será sumamente valorado el Doctor Angélico Tomás de Aquino[a]. Que la sabiduría que brota de sus escritos en forma rica y perenne, confirmada por las continuas alabanzas de los Romanos Pontífices, sea impartida a los estudiantes en amplia y generosa medida. Y no descuidéis los estudios de las ciencias de la naturaleza; de hecho, además de que ahora son muy apreciadas, es de ellas sobre todo de donde, quienes odian los dogmas católicos, sacan argumentos para socavar su verdad; por eso es necesario asegurar que en el orden sagrado no falten quienes estén preparados para tal batalla, que derroten a sus adversarios con sus propias armas y refuten sus errores. Finalmente, guárdense cuidadosamente las instrucciones que hemos transmitido recientemente especto a la dedicación a los estudios bíblicos[b].

  1. 1 Pt 3 ,15.
  2. Tit 1, 9.


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