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Plutarco.—Las vidas paralelas.

tipo, en que le constituyó la tan apetecible tiranía y el fasto de la monarquía con tantos encomios celebrada.

Porque éste, con lener por su aliado á Antígono, con sustentar á muchos para la seguridad de su persona, y no haber dejado en la ciudad con vida á ninguno de sus enemigos, á pesar de todo esto mandaba que los lanceros y todos los de la guardia se salieran afuera al corredor: á los esclavos, luego que cenaban, los echaba tambien fuera y cerraba la puerta de en medio; y él con su amiga se retiraba á un pequeño gabinete en allo, cerrado con puerta levadiza, sobre la que ponia el lecho y dormia, como debia dormir quien vivia de aquel modo, con la mayor agitacion y temor. La escalerilla de mano la quitaba la madre de su amiga, y encerrándola en otro cuarto, á la mañana la volvia á poner, llamando á este admirado tirano, que satia como una serpiente de su escondrijo. Mas el otro, que no con las armas y la fuerza, sino legítimamente, como premio de su virtud, se habia granjeado un imperio perpétuo con vestir una túnica y un manto como cualquiera otro particular y haberse declarado enemigo comun de todos los tiranos, hasta nuestros dias ha dejado un linaje distinguido y apreciado entre los Griegos: cuando de aquellos que se han apoderado de ciudadelas, que han mantenido lanceros, y que se han encerrado con puertas y cerrojos para poner en seguro sus personas, muy pocos son los que han escapado de morir de golpe como las liebres, y de ringuno de ellos ha quedado casa, linaje ó sepulcro que conserve su memoria.

Desgraciáronsele á Arato diferentes tentativas contra Aristipo, ya secreta, ya abiertamente para apoderarse de Argos. En una ocasion llegó hasta arrimar las escalas al muro, y á subir á él con muy pocos, dando muerte á los de la guardia que acudieron á sostener el puesto. Despues, venido ya el dia, y sobreviniendo el lirano con fuerzas.por todas partes, los Argivos, como si aquella batalla no tuvie-