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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

que su superioridad y excelencia se hacia incómoda, y no cabia dentro de la democracia; y Teleclidas dice que los- Atenienses pusieron ea su mano De las ciudades todas los tributos, Y las ciudades mismas, á su antojo Dejando el libertarlas ú oprimirlas; Alzar de piedra ó derribar sus muros; Los tratados, la fuerza, el poderio, Y la paz, la riqueza y la ventura.

Y esto no fué cosa de una favorable ocasion, ó gracia y felicidad de un gobierno que floreció por horas; sino que por cuarenta años estuvo dominando entre los Efialtes, los Leocrates, los Mironidas, los Cimones, los Tolmidas y los Tucídides; y despues de haber triunfado de Tucidides, y héchole deslerrar, no se hizo ménos admirable en los siguientes quince años; y con tener él sólo el poder sobre .los ejércitos en eada un año, no se conservó ménos incorruplible por el dinero. Y no porque fuese del todo desperdiciado en cuanto á los bienes; ántes para no abandonar la hacienda paterna tan juslamente poseida, ni ocuparse tampoco demasiadamenle en ella cuando tantos otros negocios le ccrcaban, establoció la administracion que ie pareció más fácil y más exacta. Vendia cada año por junto los fratos de su cosecha, y despues se surlia de la plaza á la monuda de las cosas necesarias para la casa y para el sustento: ne dejaba, por tanlo, lugar á que se regalasen sus hijos ya crecidos, ni era dispensador profuso con las mujeres de la familia; ántes le profazaban este método de la compra diaria, reducido rigurosamente á no gastar más que lo preciso, sin que en una casa lan grande y de tanto tráfago se desperdiciara nada; llevándose, así to relativo al gasto como á la renta, con mucha cuenta y medida. El que tenía á su cargo toda esta exactitud era uno de sus