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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

propia, porque no queria luchar con hombres que tenian con él mismo muchos molivos de confianza de resulta de tantos y tan señalados combates; eomo que más cosas habia ejecutado con ellos en el campo, que con los patricios en el gobierno; y abora éstos le babian elegido por envidia, con la idea de que ó desbaralase los proyectos de la plebe domeñándola, ó quedase él mismo en la demanda si no la sujetaba. Tirando, sinembargo, á remediar el mal presente, sabedor del dia en que los tribunos tenian resuelto proponer la ley, se anticipó á publicar la lista de los soldados, y convocó á la plebe, en vez de la plaza, al campo, amenazando con graves penas á los que no obedeciesen. Mas haciendo los tribunos desde allá contraresto á sus amenazas, é intimándole que le exigirian la multa de cincuenta mil sueldos si no de sistia de impedir á la plebe el concurrir á establecer la ley y dar su voto, bien fuese por temo: de otro destierro y otra condenacion, que en sus años y despues de tantas proezas le serian ménos llevaderos, ó bien porque conociese que el empeño de la plebe era del todo decidido é invencible, por entónces se retiró á su easa, y algunos dias despues, aparentando estar enfermo, renunció el mando. El Senado ereó otro nuevo dictador; pero como éste hubiese nombrado por su maestre de la caballería al mismo Estolon, principal autor del tumulto, se les dió con esto oportunidad de sancionar la ley que heria más en lo vivo á los patricios. Prohibióse por ella que ninguno pudiese poseer más de quinientas yugadas de tierra. Así entónces brillaba Estolon, saliendo con su intento; pero de allí á breve tiempo fué condenado por poseer en tierras lo que habia impedido poseer á los demas, y sufrió la pena establecida por su propia ley.

Quedaba la contienda sobre los Comicios consulares, que era lo más empeñado de la sedicion, el origen de esta y lo que más habia indispuesto á los patricios con la plebe; pero en medio de ella llegaron nnevas ciertas de que los