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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

más estaban para que se les dejara descansar y reposar de los males pasados, que no para trabajar y atormentarse, gastados como se hallaban en los cuerpos y en los intereses. Luégo con el descanso volvieron á lo de Veyos, ciudad que se mantenia entera y bien conservada en todo, dando ocasion á los que no hablan sino con la mira de congraciarse con la muchedumbre, para discursos populares y sediciosos contra Camilo, como que por ambicion y por Bu propia gloria los privaba de una ciudad babitable, y los precisaba á poblar ruinas, y á volver á poner en pié aquellos escombros abrasados, para que se le diera el nombre, no sólo de general y caudillo, sino tambien de fundador de Roma, poniéndose á la par de Rómulo. Temió el Senado que esto parara en tumulto, y no permitió á Camilo que, como queria, se desistiese por aquel año de la autoridad, no obstante que ningun otro dictador hasta entónces habia excedido de los seis meses; y por si se aplicó & contentar y aplacar al pueblo con la persuasion bilidad, mostrándoles los monumentos de sus héroes y los sepulcros de sus padres, y trayéndoles á la memoria los sitios sagrados y los lugares santos que Rómulo ó Numa, 6 alguno otro de los reyes, por inspiracion superior, les dedicaron. Entre las cosas religiosas, ponfánles á la vista muy especialmente la cabeza bumana fresca que se encontró en los cimientos del Capitolio, y que parecia anunciar que el bado de aquel lugar era ser cabeza de la Italia; y el fuego de Vesla, que encendido por las virgenes, despues de la guerra, seria preciso que volviera á desaparecer, y que lo apagaran con vergüenza suya los que abandonaran la ciudad, dejándola, ó para que la babitaran advenedizos y forasteros, ó para que fuera un desierto en que se apacentaran los ganados. Pero por más que en páblico y privadamente se les inculcaban estas querellas, los más volvian á tos lamentos de su absoluta imposibilidad, ya los ruegos de que habiendo regresado como de un