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CAMILO.

hácia ellos los enemigos, no se levantaron ni mudaron semblante ó color, sino que se estuvieron quedos reclinados sobre los escipiones ó báculos que llevaban, mirándose unos á otros tranquilamente. Era, pues, éste para los Galos un espec:áculo extraño; asf, largo rato estuvieron dudosos sin osar acercarse, ni pasar adelante, teniéndolos por hombres de otra especie superior; pero despues que uno de ellos, más resuelto, se atrevió á acercarse á Papirio Manio, y alargando la mano le cogió y mesó la barba, que la tenia muy larga, y Papirio con el báculo le sacudió é hirió en la cabeza, sacando el bárbaro su espada, lo dejó allí muerto. En seguida, cargando sobre todos los demas, les dieron muerte, ejecutando lo mismo con todos cuantos iban encontrando, y saquearon las casas, gastando muchog dias en recoger y ltevar los despojos: luégo las incendiaron y asolaron, irritados con los que defendian el Capitolio, porque habiéndoles hablado, no se dieron por entendidos, y á los que se babian acercado, los habian herido defendiéndose desde el vallado: por esta causa arruinaron la ciudad, y dieron muerte á cuantos cayeron en sus manos, así mujeres como hombres, y niños como ancianos.

El sitio se fuó prolongando, y la falta de viveres apremiaba á los Galos: por tanto, haciendo divisiones, unos se quedaron con el Rey manteriendo el cerco del Capitolio, y otros andaban merodeando por toda la comarca, Do juntos tampoco, sino en partidas por diferentes parajes, no reparando ea andar esparcidos; porque sus viclorias los traian engreidos sin haber nada que temicsen. La division mayor y más ordenada discurria por las cercanias de la ciudad de Ardea, donde residia Camilo, desocupado de todo negocio despues de su deslierro, llevando la vida de un particular: con todo, no gustándole el cstar escondido y el huir de los enemigos, tomaba lenguas y esperapzas, por si podia presentársele ocasion de escarmentarlos. Por