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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

en otro caudillo ni ántes ni despues; porque esta especie · de tiro lo tienen por sagrado, únicamente atribuido al Rey y padre de los Dioses. Desde entónces era difamado entre los ciudadanos, no acostumbrados á sufrir altanerias; y concurrió tambien para ello otra causa, que fué haberse opuesto á la ley sobre division de la ciudad: porque los tribunos habian propuesto que el pueblo y el Senado se dividieran en dos partes, quedándose alI los unos, y pasando los otros, á quienes tocara la suerte, á la ciudad cautiva; con lo que vivirian más cómodamente, conservando á dos hermosas y grandes ciudades su territorio y su bienestar.

La plebe, que ya era numerosa y rica, la admitia y rodeaba con tumulo la tribuna pidiendo que se votase; pero el Senado y los principales entre los otros ciudadanos, creidos de que los tribunos más bien proponian la destruccion que la distribucion de Roma, é incomodados con esta idea, se acogieron á Camilo. No se atrevió éste á hacer frente á semejante disputa, y lo que hizo fué buscar pretextos y dilaciones, con las que se eludió siempre aquella ley; y con este proceder se habia hecbo odioso. Mas la principal y más conocida causa de su indisposicion con la muchedumbre fué la décima de los despojos; de la cual tomaron para aquella los más una ocasion, si no del todo justa, tampoco enteramente fuera de razon: porque euando se dirigia á Veyos ofreció consagrar á Apolo la décima si tomaba la ciudad; pero tomada ésta, y hecho el saqueo, ó por temor de chocar con los ciudadano8, ó porque entre los muchos negocios se le hubiese olvidado, ello es que los dejó en la deuda de aquel volo. Despues cuando ya habia salido del mando dió cuenta de él en el Senado; y los augures babian manifestado que las victimas denunciaban una ira de los Dioses que pedia expiaciones y propiciaciones.

Decretó el Senado el cumplimiento; mas no pudiendo desbacerse la distribucion, se tomó el partido de que se obligara cada uno con juramento á volver la décima de lo