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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

nian el lago, y descendió en grandes raudales por los campos y las arboledas basta el mar; entónces no solamente dejó asonıbrados á los Romanos, sino que hizo entender á todos los que babitaban la Italia que no podia ser cosa pequeña la que denunciaba. Hablábaseasimismo mucho de este accidente en el ejército que sitiaba á Veyos; de modo quve áun entre los sitiados se luvo de él noticia.

Como es comun en todo sitio que se prolonga demasiado, que hay trato y comunicacion frecuente entre los enemigos, sucedió tambien en éste; y un Romano trabó conversacion y amistad con un enemigo, hombre versado en el lenguaje antiguo, y que se creia que tenía un particular conocimiento de la adivinacion. Como viese, pues, á éste, luégo que le refirió la iaundacion del lago, mostrarse muy contento, y reirse del sitio: «Pues no es esto sólo, le dijo, sino que este tiempo trae otros prodigios y otras señales más extrañas para los Romanos, sobre las cuales queria consaltarle, por si en aquella comun aliccion podia alcanzar más de lo que los suyos alcanzaban.» Ofało el Veyente con atencion, y se prestaba gustoso á la consulta, como que iban á descubrirse algunos arcanos; y á poco de estar en este coloquio, atrayéndole cautelosamente, luégo que estuvieron á bastante distancia de las puertas, le cogió en volandas, porque era de mayores fuerzas, y concurriendo en su auxilio algunos del campamento, se apoderó completamente de él, y le presentó á los generales, Cuando se vió en aquella situacion, convencido de que no es dado al hombre evitar su hado, reveló los areanos relativos á su patria, la cual no podia ser tomada miéntras que al lago Albano, que se babia derramado y difundido por otros caminos, no le hiciesen retroce der los enemigos y le impidiesen mezclarse con el mar. Oido esto por el Senado, y dudando qué baria, le pareció lo mejor enviar mensajeros á Delfos que consultasen al Dios; y lo foeron Coso Licinio,