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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

dose de este artificio: los bárbaros generalmente son todos, y en especial los Persas, muy delicados y rigurosos por naturaleza en el punto de celar á las mujeres; así, no solamente á las casadas, sino áun á las mujeres que compran y á las comblezas, las guardan con gran diligencia, sio que ninguno de los de afuera pueda verlas; por tanto, en casa están siempre encerradas, y cuando van de viaje, llevadas en carros cubiertos es como caminan. Dispuesto, pues, de este mismo modo un carruaje para Temístocles, hacía ocnito su viaje, diciendo los que iban con él á los camınantes y á los que preguntaban, que conducian de la Jonia una mocita griega para uno de los que servian al lado del Rey.

Tucidides y Caron de Lampsaco escriben que muerto ya Jerges, fué al hijo á quien Temístocles se presentó; pero Eforo, y Deinon, y Clitarco, y Heraclides y otros muchos sostienen que se presentó al mismo Jerges. Parece que Tucidides va más acorde con la cronologia, aunque tampoco esta sea de una gran exactitud. Llegado Temístocles al punto peligroso, primero se dirigió á Arlabano, uno de los caudillos militares, y diciéndole que era realmente un Griego, pero que tenfa que hablar al Rey sobre negocios muy graves que sabla le traian cuidadoso: «Oh huésped, le respondió aquél, las leyes de los hombres son diferentes unas de otras, y á unos agradan unas cosas y á otros otras; pero á todos agrada el acalar y sostener las propias. El que vosotros sobre todo admireis la libertad y ta igualdad, es puesto en razon; mas entre nosotros, con ser muebas y muy loables las leyes que tenemos, la más loable es la de honrar al Rey, y adorar la imágen de Dios, que lodo lo conserva. Por tanto, si adorares, aplaudiendo nuestros usos, te será concedido ver y hablar al Rey; pero si piensas de otro modo, valte de otros mensajeros para este ministerio; porque es uso nuestro que el Rey no ha de escuchar á quien no le adore.» Temístocles cuando esto oyó le dijo: