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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

Con los Medos; áun hay otros perversos: No soy yo solo á quien el pié falsea; Parece que hay tambien otras raposas.

Escuchaban con gusto los ciudadauos estas calumnias por la envidia que le tenian, y esto te obligaba á andar disgustado, haciendo muchas veces en las juntas públicas mencion de sus hazañas; y á los que mostraban displicencia, «¿Por qué os cansais, les dijo, de que uno mismo os haga frecuentes beneficios?» Tambien irritó á la muchedumbre con edifiear el templo de Diana, á la que dió el nombre de buena consejera, como que habia tomado las más provechosas determinaciones para la ciudad y para los Griegos: este templo le construyó en Melita, junto á su casa, donde abora los ejecutores públicos arrojan los cadáveres de los condenados y los vestidos y cordeles de los sofocados ó de otro modo muertos por justicia. Existia todavía en nuestros dias el retrato de Temístocles en el templo de Diana del buen consejo; y se descubre que no sólo en su espíritu, sino tambien en su presencia era un personaje heroico.

Usaron, pues, del ostracismo contra él, despojándole de sus honores y de su superioridad, como solian hacerlo contra todos los que se les hacian insoportables por su poder, ở que creian no guardaban la igualdad democrática. No era el ostracismo una pena, sino como un desquite y alivio de la envidia, que se complacia en ver rebajados á los que se elevaban, y desabogaba su incomodidad con causar este deshonor.

Precisado á salir de la ciudad, y detenišndose en Argos, ocurrieron las cosas de Pausanias, que tanto asidero dieron contra él á sus enemigos. El que le suscitó la causa de traicion fué Leobotes, hijo de Alcmeon Agraulense, corroborándola juntamente con él los Esparciatas. Pausanias, pues, trayendo entre manos sus tramas de traicion, al principio se guardó de Temístocles, no obstante que