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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

masiada altaneria, y despues le hacta desmedidos obsequios viéndole tan ensalzado: «Niño, le dijo, aunque tarde, al fin ambos hemos venido á ser cuerdos.» Decia que los Atenienses no le apreciaban ni admiraban, sino que era como el plátano que en una tormenta, y miéntras dura el peligro, se acogen á él; pero venida luégo la serenidad, le sacuden y despojan. Diciéndole uno de Serifo, que no por sf, sino por ser de la ciudad que era, babia adquirido tanta gloria: «Tienes razon, le respondió; pero ni yo siendo Serifio me hubiera hecho iluslre, ni tú aunque fueras Ateniense.»

Uno de los generales, babiendo hecho una accion que le pareció de importancia para la ciudad, se jactaba de ella ante Temístocles; y como se propasase hasla comparar sus hechos con los de éste: «Con la pascua, le replicó, entró en disputa el dia siguiente, diciéndole que él era dia leno de quehaccres y activo, cuando en aquella todos gozaban de lo que ántes habian adquirido, estándose ociosos; á lo que contestó la pascua: tú dices bien, pero si yo no hubiera exislido, no exislirias tú ahora: pues de la misma manera, dijo, no habiendo yo existido en aquel tiempo, zdónde estariais ahora vosotros?» Tenía un hijo muy consentido de su madre, y ésta lo era del mismo; así dijo por chanza que aquél era el de más poder ontre los Griegos, porque los Atenienses dominaban á los demas Griegos; á los Atenienses el mismo Temístocles; á él su mujer, y á ésta el hijo.

Queriendo scr singular en todo, al vender un campo, mandó que pregonasen que tenia buen vecino. Teniendo su hija varios pretendientes, prefiriendo el hombre de bien al rico, decia que más queria hombre sin dineros, que dineros Bin hombre. En estos dichos sentenciosos se ve cuál era su carácter.

Luégo que estuvo de vuelta, hechas las referidas bazañas, se dedicó al punlo á restablecer y murar la ciudad, ganando con dinero á los Eforos, para que no se opusiesen, segun dice Teopompo; pero segun otros, usando de