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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

enfrente, nada se advirtió en él, ni nada dijo á tal novedad de lo que Creso habia imaginado; antes cualquiera hombre sagaz eomprenderia con facilidad que miraba con despreeio toda aquella insolente y necia ostentacion; por lo cual mandó el Rey que los tesoros de todas sus riquezas, y cuanto quedaba en su guardajoyas y guardaropa, se mostrara y pusiera á la vista de quien no codiciaba ni mirarlos, teniendo lo bastante en él mismo para que se juzgara de sus costumbres y carácter. Cuando volvió de haberlo registrado todo, le preguntó Creso, si conocia entre los hombres quién fuese más feliz que él: respondióle Solon que habia conocido á un su ciudadano llamado Tello; y babiéndole explicado que este Teilo, hombre bueno, habiendo dejado unos hijos muy recomendables, y babiendo vivído sin verse en escasez de nada de lo que se contempla necesario, habia tenido una muerte gloriosa, declarado benemérilo de la patria, tůvole desde luégo Croso por extravaganteé inurbano, pues que no ponia en el oro y la plata la medida de la felicidad, sino que tenía en más la vida y muerte de un hombre partieular y plebeyo que toda aque- Ba majestad y poderlo. Con todo, volvióle á preguntar, si además de Tello habia conocido alguno otro más feliz; volviendo Solon á responder que coRoció á Cleobis y Biton, hermanos, müy amantes entre si, y muy amantes de su madre, los cuales, como los bueyes se tardasen, poniendo sus cuellos bajo el yugo de la carroza, habian liovado á su madre al templo de Juno entre las beadiciones de todos los eiudadanos y con el mayor contento suyo, y ellos despues, habiendo becho sacrificios y libaciones, ya no volvieron á levantarse más, sino que se conoció clarameate que babian tenido una muerte libre de todo dolor é incomodidad en medio de tanta gloria y apłausos. Enfadado ya entónces, le dijo Creso: «zConque á mí no me das lugar ninguno en el número de los felices?» Solon á esto, no queriendo adularle, ni tampoco irritarle más, «A tos Grie-