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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

Admirado, pues, Epiménides de todos, y brindado de los Atenienses con muchos presentes, se fué, sin haber querido recibir otra cosa que un ramo del elivo sagrado.

Libre Atenas de la inquietud de los Cilonenses con el destierro de los oxcomulgados, como se ha dicho, volvió á sus sediciones antiguas sobre gobierno, dividida el Ática en tantas partes cuantas eran las diferencias del territorio: porque la gente pastora ó de las montañas era inclinada á la democracia; la de la campiña propendia más á la oligarquia; y los litorales, que formaban una tercera division, estando por un gobierno mixto y medio eutre ambos, eran un estorbo para que venciesen tos unos á los otros.

Entónces fué tambien euando la disension entre los pobres y los ricos llegó á lo sumo, poniendo á la ciudad en una situacion sumamente delicada; tanto, que parecia que sólo podia volver de la turbacion á la tranquilidad y al sosiego por medio de la dominacion de uno solo: porque el pueblo todo era deudor esclavizado á los ricos; pues ó cultivaban para éstos, pagándoles el sexto, por lo que les llamaban partisentos y jornaleros; ó lomando prestado sobre las personas, quedaban sujetos á los logreros, unos sirviéndoles, y otros siendo vendidos como de condicion forastera. Muchos babia que se veian precisados á vender sus bijos, pues no habia ley que lo prohibiera, ó á abandonar la patria por la dureza de los aereedores. La mayor parte y los más robustos se sublevaban, y se exhortaban unos á otros á no mirar con indiferencia semejantes vejaciones; sino más bien elegir un caudillo de su confianza, sacar de angustia á los que estaban ya citados por sus deudas, obligar á que se hiciera nu:vo repartimiento de tierras, y mudar enteramente el gobierno.

En lal estado, viendo tos más prudentes de los Atenienses que Solon únicamente estaba fuera de aquellos extremos, pues ni tenía parte en los atropellos de los ricos, ni estaba sujeto á las angustias de los pobres, le rogaban