en un punto todos aquellos bandidos, los puso en un palo, como muchas veces en chanza se lo había prometido en la isla.
Habiendo empezado en este tiempo á decaer el poder de Sila, y llamándole sus deudos, se dirigió ántes á Rodas á la escuela de Apolonio Molon, de quien tambien Ciceroa era discípulo; hombre que tenía opinion de probidad, y enseñaba públicamente. Dícese que César tenía la mejor disposicion para la elocuencia civil, y que no le faltaba la aplicacion correspondiente; de manera que en este estudio tenía sin disputa el segundo lugar; dejando á otros en él la primacía, por el deseo de tenerla en la autoridad y en las armas: así que dándose con más ardor á la milícia y á las artes del gobierno, por las que al fin alcanzó el imperio, sólo por esta causa no llegó en la facultad de bien decir á la perfeccion á que podia aspirar por su ingenio; y él mismo más adelante pedia en su respuesta contradictoria al Caton de Ciceron que no se hiciese cotejo en cuanto á la elegancia entre el discurso de un militar y el de un orador excelente, que escribia con la mayor diligencia y esmero.
Vuelto a Roma puso en juicio á Dolabela por vejaciones ejecutadas en la provincia; acerca de las que dieron testimonio muchas ciudades de la Grecia, mas con todo Dolabela fué absuelto; y César para mostrar su agradecimiento á aquella nacion tomó su defensa en la causa que sobre soborno seguia contra Publio Antonio ante Marco Lúculo, pretor de la Macedonia; en la que estrechó tanto á Antonio, que tuvo que apelar para ante los tribunos de la plebe, pretextando que en la Grecia no contendia con Griegos con igual derecho. En Roma fué grande el favor y aplauso que se granjeó por su elocuencia en las defensas, y grande el amor del pueblo por su afabililidad y dulzura en el trato, mostrándose condescendiente fuera de lo que exigia su edad. Tenía además cierto ascendiente, que los