ya hombre hecho, creo que no tendríamos en la ciudad ni un solo voto.» En olra ocasion un pariente, con motivo de celebrar los dias de su nacimiento, convido á cenar á Caton y á otros niños, los cuales para hacer tiempo jugaban en una parte retirada de la casa mezclados niños pequeños con otros mayores, y su juego era juicios, acusaciones y prisiones de los sentenciados. Uno de éstos, que era de muy buena figura, llevado á la prision por otro más grande y encerrado en ella, empezó á llamar á Caton. Impúsose éste al punto de lo que era; y dirigiéndose á la puerta, retiró á los que se ponian delante y no le dejaban acercar; sacó al niño, y mostrando grande enojo lo llevó á su casa, adonde los demas le acompañaron.
Hablase hecho ya tan célebre, que ocurrió lo siguiente:
reunia é instruia Sila los mancebos de las principales familias para una carrera de caballos juvenil y sagrada, á la que llaman Troya, y habia nombrado dos caudillos, de los cuales los jóvenes admitieron al uno por respeto á su madre, pucs era hijo de Metela, mujer de Sila; pero en cuanto al otro, que era Sexto, sobrino de Pompeyo, no permitieron que se les pusiera al frente, ni quisieron seguirle; y preguntándoles Sila á quién querian, todos á una voz dijeron que á Caton; y el mismo Sexto cedió el puesto contento, y se puso á sus órdenes, dando este testimonio a su mayor mérito. Habia sido Sila amigo de su padre, y algunas veces los llamaba á él y á su hermano, y les hablaba, siendo muy pocos aquellos con quienes tenía esta dignacion por el envanecimiento y altanería de su majestad y su poder; y dando Sarpedon grande importancia á este favor para el honor y seguridad, llevaba á Caton con frecuencia á la casa de Sila, que entonces en nada se diferenciaba de un lugar de suplicios, por la muchedumbre de los que allí eran sofocados y atormentados; y cuando esto su cedia, tenía Calon catorce años. Viendo, pues, que se traian allí las cabezas de los varones más distinguidos de