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PIRRO.

momento las ocasiones y motivos de grandes bazañas; y reconociendo que reunidos ambos objetos era preciso reaunciar á uno, estuvo fluctuando en la incertidumbre largo tiempo; pero despues, pareciéndole que los negocios de Sicilia eran los de mayor entidad, presentándose cerca el Africa, decidido por ellos, envió inmediatamente á Cineas, como lo tenía de costumbre, para que previniese á las ciudades; y por lo que á él tocaba, como los Tarentinos se mostrasen disgustados, les puso guarnicion. Pedtanle éstos que ó les cumpliera aquello para que era venido combatiendo con los Romanos, ó se desistiera de su territorio, dejándoles la ciudad como la babia encontrado; mas la respuesta fué desabrida, y mandándoles que se estuviesen quietos y esperaran que les llegara su momento favorable, en tanto se hizo á la vela. Apénas tocó en la Sicilia, euando previno su gusto lo que habia esperado, entregándosele las ciudades de muy buena voluntad. Y por entonces ninguna oposicion experimento de las que exigen contienda y violencia; sino que recorriendo la isla con treinta mil infantes, dos mil y quinientos caballos, y doscientas naves, expelió á los Carlagineses, y trastorno su dominacion.

Siendo el distrito de Erix el más fuerte de todos, y el que contenia más combatientes, determinó encerrarlos dentro de los muros; y poniendo el ejército á punto, armado de todas armas emprendió su marcha, ofreciendo á Hércules tener juegos y sacrificios de victoria ante los Griegos que habitaban la Sicilia, si lo hacía comparecer un guerrero digno de su linaje y de los medios que tenía. Dada la sefial con la trompeta despues que con los dardos hubo retirado á los bárbaros, hizo arrimar las escalas, y fué el primero en subir al muro. Eran muchos los que le oponian resistencia; pero á unos los apartó y derribó de la muralla á entrambas partes, y de muchos, valiéndose de la espada, hizo un monton de muertos. No recibió, sin embargo, lesion alguna, y ántes con su vista infundió terror á