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PIRRO.

«Preguntas, oh Cineas, una cosa bien manifiesta; porque vencidos los Romanos, ya no nos quedaba allí ciudad nínguna, ni bárbara ni griega, que pueda oponérsenos; síno que inmediatamente seremos dueños de toda la Italia, cuya extension, fuerza y poder ménos pueden ocultarsete á tí que á ningun otro.» Detůvose un poco Cincas, y luego continuó: «Bien; y tomada la Italia, oh Rey, ¿qué haremos?» Y Pirro, que todavia no echaba de ver adónde iba á parar, «alli cerca, le dijo, nos alarga las manos la Sicilia, isla rica, muy poblada y fácil de tomar: porque todo en ella es sedicion, anarquia de las ciudades é impudencia de los demagogos desde que faltó Agatocles.—Tiene bastante probabilidad lo que propones, contestó Cineas; ¿pero será ya el término de nuestra expedicion tomar la Sicilia?—Dios nos dé vencer y triunfar, dijo Pirro, que tendremos mucho adelantado para mayores empresas; porque ¿quién podria no pensar despues en el Africa y en Cartago, que no ofrecia dificultad, pues que Agatocles, siendo un fugitivo de Siracusa, y habiéndose dirigido á ella ocultamente con muy pocas naves, estuvo casi en nada el que la tomase? Y dueños de todo lo referido, ¿podrá haber alguna duda en que nadie nos opondrá resistencia de los enemigos que ahora nos insultan?—Ninguna, replicó Cineas; sino que es muy claro que con facilidad se recobrará la Macedonia, y se dará la ley á Grecia con semejantes fuerzas; pero despues que todo nos esté sujeto, ¿qué haremos?» Entonces Pirro, echándose á reir, «descansaremos largamente, le dijo, y pasando la vida en continuos festines y en mutuos coloquios nos holgaremos.» Despues que Cincas trajo á Pirro á este punto de la conversacion, pues quién nos estorba, le dijo, si queremos, el que desde ahora gocemos de esos festines y coloquios, supuesto que tenemos sin afan esas mismas cosas á que habremos de llegar entre sangre y entre muchos y grandes trabajos y peligros, haciendo y padeciendo innumerables males?»» Pero TOMO 11 27