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TITO QUINCIO FLAMINIO.

su ánimo del partido del rey de Macedonia á causa de Barcilo, pero agasajándole y honrándole como si tuviesen igual amistad con ambos. Recibiólos Tito con la mayor afabilidad, y dándoles la mano, continuó pausadamente su camino, haciéndoles preguntas, tomando noticias, conversando con ellos y deteniéndolos de intento hasta que los soldados se repusiesen de la marcha. De este modo llegó á la capital, y entró en ella juntamente con los Tebanos, que aunque no eran gustosos de ello, no se atrevieron á estorbárselo, por ser bastante el número de tropas que le seguian. Entró, pues, Tito en la ciudad, sin que esta fuese de su partido; pero procuró alraerla á él ayudado del rey Atalo, que tambien exhortaba á los Tebanos; mas esforzándose Alalo por mostrarse á Tilo un orador más vehemente de lo que su vejez permitia, ó le dió un vértigo, ó se le atravesó una flema, á lo que parece, pues de repente cayó sin sentido, y conducido en sus naves al Asia, al cabo de pocos dias murió; y los Tebanos abrazaron efectivamente la causa de Roma.

Envió Filipo embajadores á Roma, y tambien envió Tito quien negociase que el Senado le prorogara el tiempo si habia de continuarse la guerra, ó le concediera que él fuese quien ajustara la paz; pues estando poseido de un ardiente deseo de gloria, temia que se la arrebatara de las manos el nuevo general que se nombrase para la guerra.

Proporcionáronle sus amigos que Filipo no saliera con su propósito, y que se le conservara el mando; y luego que recibió el decreto, alentado con grandes esperanzas, se encaminó al punto hacia la Tesalia para continuar la guerra contra Filipo, teniendo á sus órdenes sobre veintiseis mil hombres, para cuyo número habian dado los Etoliosseis mil infantes y cuatrocientos caballos. El ejército de Filipo en el número venia á ser casi igual. Partieron en busca unos de otros; y habiendo llegado á Escotusa, donde pensaban dar la batalla, no concibieron los generales aquel