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Plutarco.—Las vidas paralelas.

genio tutelar, estando próximos á la cumbre adonde habia de elevarlos la fortuna. Entónces Filopemen, fortificándose como buen piloto contra las olas, en algunas cosas se veia precisado á ceder y contemporizar; pero en las más se oponia, y á los que en el decir y hacer tenian más influjo, procuraba atraerlos al partido de la libertad. Aristeneto Megalopolitano, que era el de mayor poder entre los Aqueos, no cesaba de obsequiar á los Romanos, persua dido de que aquellos no debian oponérseles, ni desagradarlos en las juntas; y se dice que Filopemen lo oia en silencio; pero lo llevaba muy á mal; y que por fin no pudiéndose ya contener en su enojo, le dijo á Aristeneto:

«Hombre, já qué afanarte tanto por ver cumplido el hado de la Grecia!» Manio, cónsul de los Romanos, que venció á Antioco, solicitaba de los Aqueos que permitieran la vuelta á los desterrados de los Lacedemonios, y tambien Tito Flaminio instaba á Manio sobre este punto; pero se opuso Filopemen, no por odio contra los desterrados, sino porque queria que aquello se hiciese por él mismo y por los Aqueos, y no por Tito, ni en obsequio de los Romanos; y nombrado general al año siguiente, él mismo los restituyó á su patria: ¡tanto era su espíritu para tenerse firme y contender con los poderosos!

Hallándose ya en los setenta años de su edad, y nombrado octava vez general de los Aqueos, concibió la esperanza de que no sólo pasaria aquella magistratura en paz, sino que el estado de los negocios le permitiria vivir sosegado lo que le restaba de vida; porque así como lag enfermedades son más remisas segun van faltando las fuerzas del cuerpo, de la misma manera yendo de vencida el poder en las ciudades griegas, se extinguia y apagaba en ellas el ardor de contender; sino que parece que alguna furia, como atleta aventajado en el correr, lo llevó precipitadamente al término de la vida. Porque se dice que en una conversacion, celebrando los que se hallaban presen-