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Plutarco.—Las vidas paralelas.

embajadas á los Medos, ó se apartara de la alianza de los Griegos. En esto invadió Mardonio segunda vez el Ática, por lo que ellos se retiraron como ántes con sus naves á Salamina; pero pasando Arístides con legacion á Lacedemonia, les echó en cara su tardanza y su indiferencia, con la que de nuevo abandonaban á Atenas á la ira del bárbaro; mas les rogó que los auxiliasen en favor de lo que aun quedaba salvo en la Grecia. Oido que fué esto por los Eforos, de dia afectaron entretenerse y divertirse, como es propio de las fiestas, porque celebraban la de Jacinto; pero por la noche juntaron un ejército de cinco mil Esparciatas, cada uno de los cuales llevaba consigo siete hilotes, y lo hicieron marchar, sin que de ello se apercibiesen los Atenienses. Volvió Aristides á reconvenirlos al dia siguiente; y como ellos con risa le contestasen que debia de estar lelo ó dormido, pues ya el ejército estaria en el templo de Orestes marchando contra los huéspedes, nombre que daban á los Persas: «No es tiempo este de chanzas, les repuso Arístides, queriendo vosotros más bien engañar á los amigos que á los enemigos. «Así lo escribió Idomeneo; pero en el proyecto de decreto de Arístides no está escrito por embajador él mismo, sino Címon, Jantipo y Mironides.

Elegido general con mando independiente para aquella batalla, tomó á sus órdenes ocho mil infantes de Atenas, y marchó para Platea, donde se le reunió Pausanias, general de todas las tropas Griegas, que tenía consigo á los Esparciatas, concurriendo muchedumbre de lodos los demas Griegos. El ejército de los bárbaros, que estaba formado junto al rio Asopo, no tenía término; y en derredor del bagaje y provisiones se habia corrido un muro cuadrado, cuyos lados tenía cada uno la longitud de diez estadios. A Pausanias, pues, y en comun á todos los Griegos les profetizó y predijo la victoria Tisameno de Elea, si se estaban á la defensiva, y no eran los primeros en acometer. Mas Arístides envió á consultar á Delfos, y el Dios dió