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ARÍSTIDES.

niendo principalmente su esperanza en la infantería, y con la que amenazaba á los Griegos, á quienes escribió en estos términos: «Vencisteis con marítimos leños á unos hombres de tierra adentro, poco diestros en manejar el remo; pero ahora la tierra de los Tesalianos es llana, y los campos de los Beocios muy á propósito para combatir con caballería é infanteria. A los Atenienses les escribió aparte á nombre del Rey, prometiéndoles que levantaria de nuevo su ciudad, los colmaria de bienes, y les daria el dominio sobre los demas Griegos, con tal que se apartason de la guerra. Entendiéronlo los Lacedemonios, y concibiendo temor, enviaron á Atenas mensajeros con la propuesta de que mandaran á Esparta sus mujeres y sus hijos, y que para sus ancianos tomasen de los mismos Lacedemonios el sustento necesario: porque era extrema la miseria de los Atenienses, habiendo perdido sus campiñas y su ciudad.

Oidos los mensajeros, les dieron, siendo Aristides quien propuso el decreto, una admirable respuesta; diciéndoles que á los enemigos les perdonaban el que creyesen que todo se compraba con el dinero y las riquezas, pues que no conocian cosas de más precio; pero no podian llevar en paciencia que los Lacedemonios sólo pusiesen la vista en la pobreza y miseria que afligia á los Atenienses, olvidándose de la virtud y del honor, para proponerles que por el precio del alimento combatieran en defensa de la Grecia.

Así lo escribió Arístides; y convocando á unos y á otros embajadores á la junta pública, á los de los Lacedemonios les encargó dijesen además que no había bastante oro, ni sobre la tierra, ni debajo de ella, que igualara en valor para los Atenienses á la libertad de los Griegos; y vuelto á los de Mardonio, señalande al sol: Mientras este astro, les dijo, ande su carrera, harán los Atenienses la guerra á los Persas por sus campos asolados, y por sus templos profanados y entregados á las llamas.»» Propuso tambien que los sacerdotes hicieran imprecaciones contra el que mandara