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ARÍSTIDES.

ribiades resuelto abandonar á Salamina, como las galeras de los bárbaros, dando por la noche la vela y navegando en círculo, hubiesen tomado el paso y las islas, sin que nadie tuviese conocimiento de este bloqueo, Arístides vino apresuradamente de Egina, pasando por entre las naves enemigas; y presentándose asimismo por la noche en la cámara de Temistocles, le llamó á fuera á él sólo, y le habló de esta manera: «Nosotros, oh Temistocles, si es que tenemos juicio, nos olvidaremos de nuestra vana y juvenil discordia, y entablaremos otra contienda más saludable y digna de loor, disputando entre los dos sobre salvar á la Grecia: tú como caudillo y general, y yo como soldado y consejero: puesto que sé que tú sólo has tomado la mejor resolucion, ordenando que se trabe combate cuanto antes en este estrecho; y cuando nuestros aliados te se oponian, parece que los enemigos se han puesto de tu parte. Porque el mar al frente, y todo alrededor está ya ocupado por naves enemigas, de manera que áun los que lo rehusaban se ven en la precision de mostrar valor y entrar en combate, por haberse cortado todo camino á la retirada.»» Respondióle á esto Temistocles: «No permitiré, oh Arístides, que en esta ocasion me excedas en virtud, sino que, contendiendo con tu glorioso propósito, procuraré aventajarme en las obras;» y dicho esto, le descubrió el engaño y estratagema de que se había valido con el bárbaro; exhortándole á que persuadiera á Euribiades, y le hiciera ver que no habia arbitrio para salvarse sin combatir, porque á él le creeria mejor. Así es que en la conferencia de los generales, diciendo Cleocrito de Corinto á Temistocles, que ni Arístides aprobaba su dictámen, pues que hallándose presente callaba, replicó Arístides: «No callaria yo de ninguna manera, si Temistocles no propusiese lo mejor; mas ahora guardo silencio, no porque le tenga consideracion, sino porque soy de su parecer.» Esto fué lo que pasó entre los caudillos de la armada de