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Plutarco.—Las vidas paralelas.

de esta manera. Todo el resto de la casa estaba al cuidado de aquellos guardias á quienes tocaba custodiarle por la noche; pero del dormitorio en que solia acostarse, que estaba en allo, era único centinela, puesto delante de él, un perro atado, temible á todos, sino á ellos dos y al que le daba de comer. Al tiempo concertado para el hecho, Teba desde ántes de la noche tenía ocultos á los hermanos en una casa vecina: entró sola, como lo tenía de costumbre, al cuarto de Alejandro, que ya estaba dormido: salió de allí á poco, y mandó al esclavo que se llevara á fuera el perro, porque aquél queria reposar con el mayor sosiego: inmediatamente, para precaver que la escalera hiciese ruido al subir los hermanos, tendió lana por toda ella; trajo luego a los hermanos armados, y dejándolos á la puerta, entró al dormitorio y sacó la espada que Alejandro tenía colgada sobre el techo, siendo esta la seña que se tenían dada para entender que éste dormia y que era el momento de sorprenderle. Como entonces se acobardasen aquellos jóvenes y se detuviesen, empezó á motejarlos y amenazarlos con que despertaria á Alejandro y le descubriria el designio; y entonces entre avergonzados y medrosos los introdujo, y los colocó alrededor del lecho, llevando luz. Sujetóle el uno por los piés y el otro le tomó la cabeza por los cabellos, y el tercero le pasó con la espada; muriendo, atendida la celeridad del hecho, quizá más pronto de lo que fuera razon; y sólo en haber sido el primer tirano muerto por su mujer, y en la afrenta que sufrió su cadáver, siendo arrojado al suelo, y hollado por los de Feres, puede decirse que tuvo el fin debido á sus maldades.