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Plutarco.—Las vidas paralelas.

rienda y concurso de mujeres, preparándolos así á que relajados con los placeres y bien bebidos fueran más fácil presa de los que contra ellos venian. Cuando ya no les faltaba mucho para estar beodos, les vino una denuncia contra los desterrados, no falsa en verdad; pero dudosa y sin gran certeza de que estaban ocultos en la ciudad. Procuro Filidas desvanecer el aviso; mas con todo envió Arquias á uno de los ministros á casa de Caron con órden de que compareciera allí al punto. Era entrada la noche, y Pelópidas y demas confederados estaban adentro disponiéndose puestas ya las armaduras y tomadas las espadas. Llamóse de repente á la puerta; y corriendo uno de los de casa le enteró el ministro de que Caron era llamado de parte de los Polemarcos, lo que anunció á los de adentro con sobresalto. Todos eoncibieron que el negocio estaba descubierto, y que iban á perecer sin haber hecho nada digno de los hombres virtuosos. Con todo, tuvieron por conveniente que Caron obedeciese, y quitara toda sospecha á los magistrados; y él, aunque era de suyo varonil y firme en los riesgos, entonces se quedó confuso y apesadumbrado, no se levantase contra él alguna sospecha de traicion, pereciendo á un tiempo tantos y tan ilustres ciudadanos..

Mas teniendo al fin que partir, tomó en la habitacion de las mujeres á su hijo, que todavía era muy jovencito, y en la belleza y robustez sobresalia entre los de su edad, y le entregó á Pelópidas, para que si llegasen á entender de él algun engaño ó traicion, le trataran como á enemigo sin conmiseracion alguna. A muchos de ellos se les cayeron las lágrimas con semejante escena y semejante resolucion, y todos se mostraron ofendidos de que se creyera que podia haber entre ellos alguno tan tímido ó tan perturbado con aquellos acontecimientos que concibiera la menor sospecha ó produjese la más leve queja, rogándole que no pusiera entre ellos al hijo, y antes lo reservase de lo que podia ocurrir para que en él creciera el vengador de