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Paulo Emilio.

pues párece que se ha valido para mi castigo de males tan grandes como han sido mis prosperidades: no siendo méDos evidente el ejemplo que da de la bumana miseria en el triunfador que en el conducido en triunfo; y aun con la diferencia de que Perseo vencido conserva sus hijos, y el vencedor Emilio ha perdido los suyos.» Este fué el magnifico y noble razonamiento que con sencilla y verdadera prudencia se dice haber dirigido Emilio al pueblo en aquella sazon. En cuanto á Perseo, aunque aquél tuvo ánimo de manifestar compasion por la mudanza de su suerte, y prestarle auxilios, nada más se sabe sino que fué trasladado de la que los Romanos llaman cárcel á un lugar más decente, en el que se le trató con más bumanidad; pero custodiado siempre en él, segun la opinion del mayor número de escritores, se quitó á sí mismo la vida, negándose á tomar alimento. Mas con todo, hay algunos que señalan olra causa particular y extraña de su muerte; pues dicen que estando incomodados é irritados con él los soldados encargados de custodiarle, como no pudiesen ofenderle ni molestarle en otra cosa, le despertaban del sueño, estando siempre atenlos á que no se durmiese, y á desvelarle por todos medios, hasla tanto que con esta especie de mortificacion acabó sus dias. Murieron tambien dos de sus hijos; y del tercero, llamado Alejandro, se dice que fué primoroso y de grande ingenio en el cincelar y tornear; y que habiendo aprendido las letras y la lengua romana, fué amanuense de los primeros Magistrados, por haberse visto que era muy diestro y elegante en este ejercicio.

Entre estos brillantes sucesos de la guerra Macedónica lo que concilió á Emilio mayor aprecio entre todos fué baber puesto en el crario tal cantidad de dinero, que no kubo necesidad de que contribuyera el pueblo hasta los tiempos de Hircio y Pansa, que fueron Consules hácia la primera guerra de Antonio y César; pero lo más particular y admi-